#12 - ¿Y si me preguntan algo y no lo sé?
Cómo hacer para taclear el Síndrome del Impostor al participar en una reunión, hacer una presentación, o al dar alguna charla o capacitación + Una reflexión sobre nuestro vínculo con los fracasos.
Muchas personas tratan de evitar hacer una presentación en su trabajo, participar en una reunión, o incluso de dar alguna charla o capacitación por el temor de ¿Y si me preguntan algo y no lo sé?
Semana tras semana, en los workshops sobre el Síndrome del Impostor en empresas aparece este tema:
“Quizás podría dar esa charla, pero hay gente muy grosa que me puede preguntar”
“¡Qué ansiedad! Solo quiero que termine la parte de preguntas de la reunión por si no sé que responder”
“Mejor no digo nada para que no me pregunten”
¿Mejor? ¿Esto es mejor para quién?
¿Para quién podría exponer?
Que se pierde la oportunidad de mostrar su trabajo. Queé deja pasar una oportunidad valiosa de ganar experiencia y mejorar hablando en reuniones o en público en general.
¿Para la empresa? (en caso de que sea un/a colaborador/a)
Que en sus reuniones se pierde de la diversidad de opiniones tan valiosa y deseada, sobre todo en procesos de innovación. O que deja pasar la oportunidad de que alguien alerte sobre lo que otros no se animan, o de que exponga una duda que la tienen varios más y nadie despeja, pudiendo impactar en los resultados y la eficiencia.
¿Para la audiencia? (en caso de que sea una charla | capacitación)
Que se priva de conocer lo valioso que tiene esa persona para traer, por el temor a que pregunten.
Todos perdemos cuando alguien se guarda lo que tiene para decir,
o se esconde para no ser vista/o.
Entonces, empecemos por el principio:
En tu mente:
¿Qué sería todo lo que creés que tenés que saber para
responder a absolutamente todas las preguntas que te hagan?
Te invito a hacer una lista antes de seguir leyendo…
Una de las principales creencias detrás del Síndrome del Impostor, y que más limita nuestro desarrollo profesional es que “deberíamos saber todo”.
Entonces, algo que necesitamos tener claro desde el inicio es que no hay forma de asegurarse el tener respuesta para cualquier cosa que nos pregunten.
Ya sea que estemos en una presentación, una venta, una entrevista profesional, etc., obviamente hay temas o puntos sobre los cuales podemos tener más control y es más que deseable que los conozcamos… ¡y hay muchísimos que podemos no saber, incluso ni siquiera nos podemos imaginar que nos harán esa pregunta!
¿Qué sucede cuándo estás en una reunión o en una capacitación y la persona que está exponiendo no tiene la respuesta a una pregunta, o incluso cuando da una respuesta que no es del todo acertada?
Estoy casi segura que a la enorme mayoría de las personas no la echan de su trabajo por ese motivo, ni que el resto de los asistentes se queda toda la semana hablando únicamente del desastre que fue que esa persona no supiera dar esa respuesta en el momento (es más, seguro que a los pocos minutos casi nadie lo recuerda).
No, esos escenarios catastróficos que imaginamos que nos pueden suceder, casi nunca pasan a otros, y muy probablemente, tampoco nos pasen a nosotros.
El hecho de que no tengamos una respuesta o que no logre ser todo lo elaborada que nos gustaría, suele tener un impacto muchísimo más negativo para nosotros mismos que para la persona que preguntó y para el resto de la audiencia o participantes de la reunión.
No solo es probable que en nuestra cabeza quede dando vueltas el autocastigo por no saber (¿Cómo no voy a saber eso? ¿Cómo di una respuesta tan básica cuándo sabía mucho más?), sino que incluso eso dificulte cómo seguimos adelante con el resto de las preguntas o de la actividad que estábamos haciendo.
A veces, solo esa sensación de “debería haberlo sabido” nos cambia totalmente la energía, la concentración y el nivel de claridad.
Si partimos de la premisa de que deberíamos saber todo, entramos a jugar con una vara altísima y muy poco realista que solo nos pone una presión extra que nos puede generar ansiedad, agobio y temor… paralizándonos o invitándonos a procrastinar.
Por el contrario podemos redefinir cómo seteamos nuestro mindset para pasar del “debería saber todo” al “voy a compartir y dar lo mejor de mí, y lo que esté a mi alcance, y en el caso de que algo esté fuera de mi conocimiento, me comprometo a averiguarlo”.
Claro que tampoco tenemos que sentirnos en la obligación de responder o comprometernos a averiguar toooooodo. Podemos definir internamente que será así siempre que tenga que ver con lo que estamos conversando y/o consideremos que sea relevante hacerlo:
Por ejemplo, puede que esté brindando una charla sobre visibilidad de mujeres líderes y alguien me comente que le gustaría aparecer más en Instagram y me pregunte algo operativo sobre hacer un reel. Si considero que no tiene que ver ni con mi especialidad ni con el foco de la charla, tranquilamente puedo explicar que no lo sé (eventualmente orientar donde buscar) y que no es el espacio para esa respuesta, y tampoco necesito comprometerme a averiguarlo.
Por otra parte, también podemos discernir cuáles son las respuestas que nos atañe a nosotros dar, y cuáles quizás corresponden a nuestro equipo, o a un colega que trabaja con nosotros pero no está presente… ¡sin que eso nos haga sentir menos!:
Por ejemplo, hace poco un líder comentaba que le generaba ansiedad la posibilidad de que le pregunten cualquier cosa que sea muy específica -técnicamente hablando-, que eran aspectos que manejaban los especialistas de su equipo. Eso hacía que trate de evitar hablar en ciertas reuniones (¡o incluso evitar ir a esas reuniones!) en las que podía ser muy valioso para su desarrollo la posibilidad de mostrarse y también de exponer el trabajo de su área. La pregunta es: ¿Cuál es tu rol? ¿Por qué deberías tener esa respuesta tan específica dado que tu rol no es saber absolutamente todo? Claro que cómo líder se puede tener una visión sobre el tema y su impacto, pero no necesariamente saber todos los detalles. Tal vez, con la mayor sinceridad, podés decir que lo vas a consultar online en el momento o más tarde con la persona que lleva ese tema, y lo vas a compartir apenas lo tengas.
¡Pasemos a la acción!
Te invito a:
Hacer una lista para bajar todo ese agobio mental que genera la idea de que deberíamos saber todo:
¿Cuáles son los temas claves que quiero exponer?
¿Qué tipos de preguntas suele hacer esa audiencia?
Preguntan por datos, buscan tendencias, etc.
¿Cuáles son los temas / aspectos básicos que puedo preveer que se pregunten?
Se lo más realista posible, y evitá hacer una lista eterna que sea improbable.
¿Qué temo que me pregunten puntualmente?
Si hay algún tema complejo, mejor no evitarlo y abordarlo previamente.
¿Qué aspectos claves debería repasar en función de lo anterior?
Ensayar:
¿Cuál sería la mejor respuesta que podría dar en caso de no tener una respuesta para una pregunta relevante?
Te doy algunos ejemplos:
“Este detalle técnico lo conoce bien una de mis compañeras de equipo y prefiero chequearlo con ella. Lo converso y te mando la respuesta por mail hoy por la tarde.”
“Ese concepto que mencionás nunca lo había escuchado… ¿me podrías decir en qué libro lo leíste? Lo voy a buscar y te comparto mi conclusión.”
¿Se te ocurre algo más que podrías hacer?
Seguramente, a partir de estas reflexiones, te surjan preguntas o ideas que sumen a la conversación… ¡Me encantaría leerte porque hay tanto para conversar sobre esto! :)
Ojalá esta reflexión sea útil para vos, o para alguien cercano… 😊
¿Qué estuvo pasando en mis redes?
Esta semana compartí mi respuesta a esta pregunta en Linkedin. Si te interesa leerla podés hacerlo aquí.
Si crees que hay algún fragmento que es valioso para compartir en redes, me encantaría que me arrobes en Instagram o Linkedin y seguimos la conversación!
Si querés leer los newsletter anteriores, podés leerlos acá :)
Si te interesa llevar la conversación a tu organización o a alguna que conozcas, aquí podés conocer más sobre mis charlas, workshops y programas de entrenamiento sobre el Síndrome del Impostor, o podés escribirme directamente a info@alemarcote.com
Si querés saber más sobre este tema, podés profundizar en mi libro Cómo transformar el Síndrome del Impostor en tu aliado (¡que ya va por su 3ra edición!) o bien en mi masterclass online “Amigate con el Síndrome del impostor”.
Si preferís escuchar podcasts o ver videos sobre el tema, te comparto mi lista de Spotify y de mi playlist de Youtube.
Si querés conocer más sobre mi trabajo, todo está aquí
Besos
Ale